08 diciembre 2007

Historias del Hausmeister Vol01

[Pie de foto: La MeisterCueva]

Hola a todos:

Hoy os voy a hablar de alguien muy importante en nuestras vidas aquí en Braunschweig. Realmente debería haber hablado de él antes, pero nunca es demasiado tarde para emendar los errores y así puedo contaros más cosas de él.

Me estoy refiriendo, queridos amigos, al Hausmeister de mi residencia, la Michaelishof.

Ya algo antes de llegar me habían llegado rumores de este curioso personaje. Que si era algo “especial”, que si debía llevar cuidado con él, que sólo hablaba alemán, y algunos etcéteras más.

El día en que llegamos a Brauschweig lo hicimos bastante tarde, por lo que Alvira no pudo acompañarme a hablar con el sujeto. Debía ir yo a hablar el día siguiente a las siete de la mañana (en otra ocasión os hablaré de los horarios alemanes… algo especiales).

La mañana siguiente fue interesante, yo sin poder decir ni una palabra de alemán y él sin poder decir nada en inglés, jeje. Lo primero que me encontré al ir a hablar con él fue a sus amigos. Para que os hagáis una idea debéis imaginaros a los amigos de Ewan McGregor en Trainspotting unos veinte años después.

En cuanto al Hausmeister es un tipo grande, siempre con barba de varios días, con la camisa llena de lamparones, sucio y con eterna cara de estar enfadado. Para solucionar el problema de comunicación entre nosotros lo que hace es hablarte gritando más fuerte. Porque eso sí, el Hausmeister no habla, siempre grita.

Al empezar a entendernos con señas, gruñó algo así como: ¿Spanisch?, a lo que yo afirmé positivamente. Entonces puso cara de “vale, otro español tonto del culo”; porque además este hombre tiene una fijación especial por nosotros; por alguna razón piensa que somos tan tontos como él.

Firmé unos papeles y me fui. Casi que me daba igual lo que firmara, ja ja.

Una de las historias más divertidas hasta el momento sucedió en la Haus de mi amigo David, aquí en la Michaelishof.

Hace unas dos semanas (justo la noche de Vida Social Vol01) estábamos David, su recién llegada novia de las Palmas y yo. Cuando nos habíamos preparado todos para salir al pobre David se le olvidaron las llaves dentro de su habitación y tuvimos que avisar al Hausmeister para que vinivera a abrirle. En un cartel de la residencia ponía que había que pagarle veinte euros sólo por el hecho de que viniera, pero los alemanes con los que estuvimos hablando nos dijeron que de eso nada, que nos hiciéramos los suecos.

Al rato el hombre vino y abrió la puerta de mi amigo con bastante mala leche. Al momento se gira y dice muy enfadado: ¿Aquí huele raro? ¡Vosotros habéis estado fumando opio!

Momento de estupefacción, ¿Qué si habíamos fumado opio? Ni tabaco ni porros, opio. Al momento a David se le enciende la bombilla y dice “No, no. No hemos fumado nada, lo que huele es la tortilla de patatas”. Al tipo parece que se le habían cruzado los cables y el olorcillo de la tortilla le recordaba al opio.

Pero la respuesta en vez de relajarlo le cabreó más: “No, vosotros habéis estado fumando opio; además ¿esa quién es?” dice señalando a la chica. “Una amiga” (je je, como para decirle que era su novia y que se iba a quedar en la residencia más de un mes). Al poco parece que se calmó y fueron a hablar al cuarto de negocios.

La novia de mi amigo y yo esperábamos en el sofá mirando la tele como si nada pero escuchábamos. El tipo empezó a insistirle con lo del dinero y David pagó casi al instante (con tal de dejar de tenerlo delante la gente firma y paga lo que sea). Cuando salía por la puerta, David, como acto de educación le pidió disculpas por haber hecho que viniera, a lo que el buen alemán respondió poniéndole el billete de veinte euros en la cara: “Tú tranquilo chico, que esto voy yo ahora a bebérmelo”. Y allí nos quedamos los tres con cara de tontos mientras él se iba del piso riendo. Ja ja, menudo figura.

Y por ahora os dejo. En próximas volúmenes os contaré el día que el Hausmeister me olió y como paga a los que le benefician con píldoras de Viagra.

¡Saludos a todos!

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